jueves, 4 de junio de 2015

Te conocí

Te conocí y no te quise soltar. Me refiero a que te exploré, que me di cuenta del mundo que eres y ya no quise salir de ahí. Me encerraste en ti, sin necesidad de cadenas: me quedo en ti para siempre. Quizá no tengo el mismo recuerdo que tú de cuando nuestras miradas se cruzaron por primera vez. No me olvido de la ocasión. Tú recuerdas el día uno, yo recuerdo el día dos; hasta en eso estamos compaginados. ¿Para qué tener los dos el primer recuerdo, y no haber nadie que tenga el segundo? Tú y yo juntos tenemos piezas distintas que se complementan, ahora lo entiendo. Ahora te entiendo. Voy comprendiendo cada cosa que me dices. Me gusta que tú leas lo invisible para mí y que me lo expliques. Me encanta aprender de ti.
Eres un cielo infinito salpicado de luces siderales. Quizá te he dicho hasta el cansancio lo fascinante que te encuentro. Ya no me queda seguirte comparando con una estrella, quizá lo que debiera es comenzar a comparar a las estrellas contigo. Me quitaste el deseo de arreglar poemas: la llana prosa es más inspiradora que la poesía. Ya no la necesito contigo. Tú eres mi poesía, aquella que vivo a diario.
Cada día que pasa, es toda una vida contigo. Cada día es eterno porque no estás aquí, a mi lado, porque no me rodeas con tus brazos. Pero me llenas de suspiros, te extraño a diario. Estás conmigo de una forma diferente, como ausente, eso para el resto del mundo; pero para mí, aun tu ausencia es feliz, porque de esa manera te cuelas hasta lo más profundo en mi interior. Llegaste adonde nadie más llegó. Solo te pido que te quedes un día más, por favor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario