lunes, 24 de febrero de 2014

Un poema muy terrenal

Cursi hasta empalagar; falta editar.

-Yo quiero escribirte en las nubes.

-Y yo quiero cantarte en los mares.

-Comencé buscando tinta para el aire;
usé mis acuarelas en el celeste lienzo,
pero el llanto de las nubes al mar llevó mi esfuerzo...

-Yo recogí cada lágrima pintada
por tu bello arte; convertilas en poesía,
en música danzante.
Envié en las olas mi sonora carta...
Acabose evaporando,
llegando al cielo, capturando tu aire.

- Tu canto a suspiros atrapé como haces;
juntándolo con pinceles podía pintar más arte.
Comencé escribiendo versos;
acabé pintando tus mares.
Sucedió que yendo lejos
los impetuosos vientos
quebrantaron las ilusas nubes;
tan lejos de mí, nada pude yo haber hecho.

- Yo lo supe, los mares me dijeron;
atendiendo a su murmullo
el arroyo me contó el secreto.
¡No suspires, niña mía,
si no ha de ser por alguna de mis sinfonías!
Te quiero de cerca;
te quiero de lejos...
¡Te quiero a gotas,
a océanos enteros!
Ve al riachuelo, búscame en la orilla,
que un mensaje he dejado,
a ver si lo adivinas...

- Yo corrí hacia donde el aire me llevaba,
no podía exhalar mi propio aliento...
cuando una de mis nubes se bajó del cielo,
pero acercándome, ya no pude verlo.
Inmediatamente escalé en el viento.
Maquillando una gorda nube
la elegí mi mensajera
para hacerte llegar la nueva
de que la niebla me impedía la duda entera.

- Es momento de grabar con alto estilo
la marea tan impertinente,
que si ella no te envía mi corazón y mente,
estaremos en más grande lío.

- Hazlo ahora, que la brisa duerme.

- Pues ahora veo de qué trata
cantar con agua un amor tan niño;
no es cosa de fortuna, ni de plata,
se trata de ser paciente.
Ahora el agua duerme,
ahora se vuelca sobre la gente;
mal hice en hacerla mi confidente.

- ¡Y qué decir del viento
que acarrea nubes!
Ora se acelera, ora se apacigua;
no es confiable el que jamás previene.
Queriendo amarrar las nubes en un puño,
construyendo con ellas un beso puro
no lo pude confiar al aire;
tampoco quise retenerlo para siempre.

- Envíalo en breve,
que yo necesito probar tu río;
anda, que yo soy paciente
mas mi corazón pende de un hilo.

- Yo deseo, niño mío,
saberte dueño inteligente
de aquella nube de suspiro,
de aquel beso impaciente.
Si ni por agua ni por viento
ocurre encuentro tan casual,
vayamos luego al desierto
aunque no encuentres ahí tu mar.

- Eso es imposible, niña celeste:
acudir con presteza a aquel lugar,
si ello conlleva mi muerte...
¡no me exijas tal crueldad!
Mas un beso subterráneo
podría sernos más agradable:
si tú abandonas tu aire
yo te invito vengas a los mares.

- Es casi inapropiado invitarme a tal lugar...
Si es arriba donde existo,
por debajo no me puedo ocultar.

- ¿Oh, tan amargo es el amor?
Por un momento te entretiene
tejiendo notas en el mar,
mas después la pena viene
cuando dejas de oír el compás.

- ¡Si el viento arrastrara el desenfado
que mi alma siente a su pesar
dichosa podría haber al fin acabado
esta historia sin final!
¡Yo quiero escribirte en las nubes!

- Y yo desearía cantarte en los mares...

- Si sufrimos tan osado castigo
por dar mayor esperanza a este amor,
hagamos de su triunfo un vacío,
y llamemos al vacío Amor.

- ¡Confundamos ahora los vientos;
juguemos ásperamente con los oleajes!
Si acaso alguien quiere reprendernos,
burlémonos sin voz: quedémonos en silencio.
Marquemos un nuevo comienzo,
cercándonos en un valle;
limitemos el amor a un cuerpo
aunque el alma flote por el aire...
aunque el corazón se ahogue en canciones...
y escurra la dulzura del río
que desemboque en los brazos del arte.

- Comencé por gritar mi amor a los vientos;
acabé por callarlo por dentro.

- Comencé encarrerando ternura en un riachuelo;
acabé por detenerlo con el mismo fuego.
Si fuésemos más terrenales...
sin duda nuestra ruina no sería tan grande.

- Nuestros pasos veloces
correrían hacia el otro,
y en un abrazo, o una mirada
derramarían los astros y todas las naves
testigos del amor que se fue cultivando de a poco...
Cada día, ya fuera bajo el cielo o sobre él,
bajo el agua o flotando en las olas,
cada noche con un soplo de aire
o con murmullo marino
se compondría un dibujo cantante.

- Entonces el beso sería el final del inicio;
después comenzaría el real beneficio...
La confusión se vestiría de luto;
del vacío nacería la razón:
la razón de quererte, de buscarte,
la razón de encontrarte.

- Es así como imagino el voluble desvarío:
algo tardío, pero fiel.
Yo te escribí en las nubes.

- Y yo te canté en los mares...

Disfrutemos entonces de miradas calladas,
sintamos los besos con los ojos cerrados.
Compartamos nuestras finitas vidas terrenales.