viernes, 12 de octubre de 2012

Cartas que nunca envié... (2a parte)


... Si lo supieras, aunque no correspondieras,
alguna recompensa de ternura
sin duda me darías;
ello afirmaría mi confianza,
aunque no fuera mi fortuna
tener un poco de lo mismo, gracia tuya...
Pero como tú ignoras,
yo sufro sin ningún consuelo:
sin nadie que se vea enternecido
por las muestras de afecto valerosas;
sin nadie que se sienta atraído
por los versos que te escribo con esmero...

Si por Dios no fuera, que me aconseja,
la duda aquí sería: ¿nací para amar?,
¿el amor nació para mí?
¿O por qué parece que mientras más pulo mis sentimientos
peor me recompensa "Cupido"?

Pareciera que la vida se ha ensañado conmigo...
que el amor lo único que de mí quiere
son mis lágrimas y mi suspiro,
la devoción y la fe que le profeso,
aunque para mí no haya ganancia: sólo desprecio.

Me temo que sea indigna para amar...
¡ni pensar para ser amada!
Son palabras necias
que a ninguno le escucharía sin réplicas;
no me permito creerlo, sólo expresarlo.
Mientras, en mi alma abrigo la fe:
que es Dios quien tiene mi corazón en sus manos;
que si he sufrido tanto por intentar amar a alguien
ha sido porque simplemente no era "el indicado".

... Y vuelvo a recordarte,
porque aunque no hay razones,
quizá tú seas el que Dios ha enviado.

Hoy lo escribo con lágrimas,
porque he callado demasiado.
Quizá nadie en este mundo pueda entenderme,
porque a veces pienso que fui hecha diferente.
Mi único refugio ha sido
El que me ha cuidado,
y por cuyo amor únicamente
yo he sobrevivido;
sí... sobreviví a la vida,
a los años, a los días...
sobreviví a la muerte,
sobreviví a los daños.

Sigo en pie, porque así El quiere verme,
y si sobreviví al pasado,
puedo sobrevivir a no quererte,
por un tiempo,
a no quererte demasiado.
 Mas es necesario que lo escriba,
para que no vengas a encontrarme loca.

... Cuando llegues seré lo que hoy no soy;
serás lo que aún no has sido...

No sé si quepa, pero te amo;
no por nada... no por algo,
simplemente porque nací para ello.
Perdona si te incomodo,
perdona si no te hablo;
perdóname, porque te amo.

Las cartas que nunca envié...

:)


Esas cartas que nunca envié...
Prefiero tenerlas en papel,
por si acaso la ocasión lo amerita.
Quisiera saber también
si son las letras la salida de mi alma,
o la prisión de mis latidos;
si escribir libera,
o sólo me ata más contigo.

Aquí se asoma el receptor de mi epístola:
haciendo su aparición,
difícil será hacerle a un lado;
quizá tanto verbo lo atropelle;
quizá todo quede en el pasado...

A quien dirijo mis letras
también dedico mis suspiros:
no tanto a sus besos
sino a la ausencia de ellos,
no tanto a sus manos
sino al recuerdo de lejos,
no tanto a su voz,
sino a la sensación de su silencio.

Y es que mi pecho no es bodega,
harías bien en saberlo;
pero... ¿qué mas da?,
si a ti no te interesa mi embelezo... 
Cada segundo que pasé a tu lado
en mi memoria lo tengo anotado.
Comenzando por el prinicpio:

te recuerdo en aroma,
te recuerdo en mis labios sobre tu mejilla;
te recuerdo en silencio,
porque hablarte a ti yo no puedo...

Finalmente comprendí lo que se siente
mirar tus recuerdos una y otra vez en la mente
y sentir que el momento queda ileso:
que no es un cuento fracturado,
que no se quedó en suspensivo pasado;
¡que todo fue como un amable sueño,
y realmente, hasta ahora,
no he podido despertar, ni quiero!
 A poco menos de un año
tu conversación sigue siendo espontánea,
me sigue sorprendiendo.

Quisiera que hubiera tenido distinto final
aquella noche que haría diferente todo;
¿qué tal un pacto sellado con el mirar?,
¿o una sonrisa que prometiera...
que prometiera que juntos buscaríamos ese final?
Pero pensar en eso es hasta obsoleto:
no pude haber hecho más nada,
no pude ni puedo ahora...

¿Que si quisiera olvidarte?
¡Eso jamás!

Lo único que me hace aferrarme
a tan frenético sueño constante
es esa seguridad inconmovible
de que pertenecemos, aunque distantes,
el uno al otro. Y aquí acaba.

Sólo la fe puede mantener la esperanza
que la razón se niega a sostener,
y que el corazón, pavoroso, no puede entender.
¡Es tan arriesgado este amor que ignoras!...
Precisamente por eso:
porque tú aún no lo sabes.